sábado, mayo 30, 2009

El síntoma como comunicación analógica

La escuela sistémica de Palo Alto distingue la comunicación digital, en la que la relación entre signo y significado es meramente consensuada, como ocurre en el contenido del lenguaje verbal; de la comunicación analógica, más primitiva, donde el signo funciona por analogía (parecido) con el significado, como cuando se dibuja lo que se quiere referir, o donde signo y significado son indistinguibles, como ocurre en algunas formas de comunicación no verbal (expresiones faciales, tono de voz, algunos gestos).
La escuela sistémica sostiene que el síntoma psicológico puede funcionar como comunicación analógica. Así, por ejemplo, si un sujeto, llamémosle Juan, va en avión, y el individuo que va sentado al lado le habla, si Juan no quiere conversar con su interlocutor, tiene varias opciones:

1.- Decirle expresamente que no quiere conversar. Esta opción tiene el inconveniente de poder ser considerada “mala educación”, o hacer sentir mal al interlocutor.

2.- Decirle que tiene un dolor de cabeza, y que lo disculpe, pues no se siente en condiciones de conversar. Esta opción parece mucho más adecuada, pero puede aún tener un inconveniente, para algunas personas. Aunque se soluciona el problema interpersonal, Juan puede sentirse incómodo o culpable de tener que mentir.

3.- Sentir realmente un dolor de cabeza. En este caso, Juan realmente “se sentirá” incapacitado de conversar en ese momento, y pedirá excusas por ello al interlocutor. Así, mediante una suerte de autoengaño no se siente mintiendo, el síntoma es inconscientemente inducido y cumple su rol en la situación.

Jay Haley señala también que el síntoma puede funcionar como metáfora de algo que la persona no se atreva a expresar verbalmente: una persona puede “sentir náuseas” o “dolor de cabeza” para expresar así la opinión que tiene sobre quienes le rodean. Si bien ya Freud había señalado que “el síntoma es una metáfora”, en las interpretaciones freudianas por lo general tal metáfora era referida a una situación pasada. Así, a una mujer a quien se le había paralizado la mejilla, Freud le interpretaba que lo que su marido le dijo (un insulto) fue “como una cachetada” para ella. Este tipo de interpretación freudiana en algunos casos suprime el síntoma, en mi opinión no necesariamente porque el paciente desde un comienzo haya sintomatizado para expresar exactamente lo que la interpretación dice, sino porque tal interpretación da un orden al síntoma, un significado, lo liga a algo, lo que da al paciente la impresión de comprender mejor su problema, y le produce alivio. Y más aún, le permite al paciente “tener derecho a decir” su problema. Si bien es el terapeuta quien le da a entender que le comprende, el paciente se siente mejor de poder ser comprendido en lo que no se atrevía a decir, y de que esto sea ahora verbalizado; en este caso, el hecho de que la persona se sintió muy mal de ser insultada por su marido, lo que probablemente en efecto tuvo que ver con tal somatización.

Ahora bien, para la escuela sistémica el síntoma por lo general cumple una función en las relaciones interpersonales actuales del paciente, y es por eso que se mantiene (círculo vicioso), en este sentido, es una metáfora referida al presente.

Jay Haley pone el siguiente ejemplo. Supongamos que un hombre tiene el temor de morir de un ataque al corazón. Varios médicos le han dicho ya que tal temor no tiene una causa orgánica fundada, sin embargo el temor persiste. El médico toma la analogía del paciente como una afirmación digital, y entonces da una respuesta digital: “su corazón está sano”. Haley señala que en este caso es necesario cambiar el estilo de comunicación del paciente. Un terapeuta podría entender el síntoma como una analogía, y tratará de que el paciente hable más sobre el tema, para ver aspectos de la vida del paciente asociados al problema. El tipo de analogía sobre el que se interesará dependerá de la escuela del terapeuta. El terapeuta psicoanalítico y el conductual se interesarán ambos por la causa del problema en el pasado, si bien diferirán en su modo de intervenir. Si el paciente dice: “El temor empezó cuando hace unos años mi hermano murió porque se le detuvo el corazón”, ambos terapeutas se interesarán mucho por eso. El psicoanalista probablemente hará interpretaciones acerca del tipo de vínculo del paciente con su hermano. El terapeuta conductual verá en el síntoma una angustia condicionada a extinguir, mediante procedimientos de exposición in vivo u otros.

Haley señala que, por su parte, un terapeuta familiar directivo considerará que el temor del paciente guarda analogía con una situación actual. Le preguntará por sus vínculos actuales con las personas de su familia, de su trabajo, etc. Probablemente citará a la esposa del paciente para observar la relación entre ambos y ver qué rol cumple el síntoma ahí. Puede, por ejemplo, observar que cuando el paciente habla de sus éxitos la esposa se “deprime”, mientras que cuando habla de su supuesto problema al corazón, ella se anima. Este tipo de situación es típica de familias de pacientes con trastornos psiquiátricos graves como la esquizofrenia o el trastorno límite. El terapeuta elaborará entonces la hipótesis de que el síntoma sirve como estabilizador del matrimonio, y se interesará por otros vínculos interpersonales del paciente y el rol del síntoma en ellos. Usualmente un temor como este organizará toda la vida social del cliente: los niños no deben desordenar, pues eso afectará al padre, los viajes dependen de cómo se sienta el padre, y también su tipo de empleo y su asistencia o no a él. Con frecuencia el problema es a la vez el principal motivo de discusiones y la principal solución de los conflictos del matrimonio. Las relaciones sexuales deben mantenerse cuando el marido se sienta bien, así, el problema del corazón es muy útil para “resolver” los conflictos sexuales de la pareja. Además, discuten por la mañana: el marido dice que no puede ir al trabajo pues podría venirle un ataque, ella dice que vaya o perderá el empleo. Usualmente los días que el marido se queda en casa por su problema al corazón coincidirán con los que siente que su esposa podría sentirse sola en casa, y la acompaña.

viernes, mayo 29, 2009

PSICOTERAPIA ESTRATEGICA

Los siguientes son relatos de intervenciones terapéuticas de Milton Erickson. En una ocasión, llegó un matrimonio de enuréticos a la consulta porque cada vez que dormían, inevitablemente ambos se orinaban en la cama. Erickson les prescribió que durante una semana, cada noche cuando se acostaran, se orinaran a propósito en la cama y durmieran ahí toda la noche. Lo hicieron y después de esto el síntoma desapareció. En otra ocasión, un matrimonio llegó a consulta porque él no podía tener relaciones. Erickson les prescribió que la próxima noche se acostaran los dos completamente desnudos, y que ella no dejara que él la tocara, ni un pelo. A la sesión siguiente llegaron contando que no habían podido cumplir con la prescripción, y se habían curado. Este tipo de técnica psicoterapéutica es conocida como “prescripción de síntomas” o “intervención paradójica”. Si analizamos su funcionamiento, apreciamos lo siguiente:

1) El síntoma del paciente es una conducta inconsciente (sea orinarse en cama estando dormido o no poder tener una erección).
2) El afán consciente del paciente por erradicar el síntoma no lo erradica sino, muy por el contrario, contribuye a mantenerlo (como dice Watzlawick: “la solución es el problema”)
3) El terapeuta prescribe exactamente el mismo síntoma, pero el cliente esta vez lo llevará a cabo de manera consciente e intencional.
4) Esto produce la cura.