jueves, junio 01, 2006

Jack el Destripador

Jack el Destripador comenzó su carrera probablemente el 31 de agosto de 1888. Aunque no hay certeza absoluta, ya que se duda si el asesinato de una mujer, también prostituta, el 6 de agosto de ese mismo año, y que respondía al nombre de Martha Turner, fue también obra suya. En todo caso la policía no dio en su momento publicidad a este caso. Martha fue asesinada por un "largo y afilado cuchillo" entre las 2 y las 3 y media de la madrugada. De todas maneras el hecho de haber sido sorprendida en el mismo barrio de Whitechapel en un pub que todavía existe (El Ángel y la Corona), da motivos a la sospecha.


Otro crimen, cinco días después, tampoco se le atribuye al Destripador. Fue el caso de Emma Smith, también prostituta y alcohólica que apareció muerta por violencia (se desconoce si fue apaleada o acuchillada) y que también ocultó la policía. Dado que sucedió en el mismo distrito de Withchapel las sospechas son parecidas al caso anterior.


El primer crimen oficial, por así decirlo, y el que reconocen todas las crónicas, es el del 31 de agosto de 1888, Mary Ann Nicholls (alias Polly) (prostituta y alcohólica) que muere violentamente con la traquea, esófago y medula espinal, cortados; vientre abierto, etc. Se juzgó que la muerte había sido casi instantánea. En este caso sabemos que la policía no examinó el cuerpo en plena calle, y que lavó el pavimento y el cadáver antes de cualquier examen pericial. Podría parecer un caso de impericia profesional, aunque en la época la tecnología policial estaba en ciernes. También podría haber sido para no sembrar la alarma en la zona, sobre todo si pensamos en los dos casos anteriores que habían sido ocultados. Según el atestado forense "Las heridas infligidas a la víctima han sido hechas por persona experta, que hizo los cortes con absoluta precisión y limpieza."


El segundo crimen de la serie sucede el 8 de septiembre del mismo año. Annie Chapman (prostituta y alcohólica, como las demás) es asesinada de idéntica forma. Sólo destacamos que del útero, la parte superior de la vagina y una porción de la vejiga no se encontró rastros. En la encuesta judicial algunos testigos indicaron la presencia de un hombre de unos 40 años. bien vestido y con acento extranjero. Dadas estas características surgió un sospechoso de ser el "Delantal de Cuero" (aún el asesino no tenía su nombre con el que fue mundialmente conocido), el judío John Pizer, zapatero de origen polaco. Pero la acusación se derrumbó ya que éste tenía una buena coartada. A raíz del segundo asesinato conocido se formó un "Comité de Vigilancia" organizado por un grupo de comerciantes de Whitechapel.


Justo en ese mes, el 27 de septiembre, la policía recibe la primera carta firmada por "Jack el Destripador". Enviada a la Central News Agency, de Fleet Street está escrita con tinta roja (un detalle de humor negro) y en ella se escribe


"No cejaré en mi tarea de destripar putas. Y lo seguiré haciendo hasta que me atrapen. El último trabajo salió bordado (...) Retengan esta carta, sin hacerla pública, hasta mi próximo trabajo (...) No les importe llamarme por mi nombre artístico".


Cómo se ve, una misiva muy provocadora. Si este mensaje se hubiera enviado en la época actual, podríamos decir que la sociedad se enfrentaba a un "asesino mediático"; alguien que no sólo mataba sino que, además, quería salir en todos los medios de comunicación.


El tercer y cuarto crimen se cometen el mismo día, el 30 de septiembre de 1888. Elizabeth Stride (alias "Long Lizz", la "Larga Liz"), prostituta, alcohólica y sueca (sólo las dos primeras características tienen alguna clase de relación) fue asesinada de la misma manera. Una oreja cortada, pero en este caso su cuerpo no había sido mutilado (parece que la aparición de un transeúnte inesperado hizo huir al asesino).


Poco después, Catherine Eddowes (con la misma profesión y el mismo gusto por el alcohol), es muerta de la misma forma. Le faltaba la oreja derecha, los ovarios y un riñón. Este es un caso de mutilación con especial ferocidad. El asesino estaba cebado.


En una pared alguien escribió


"No hay por qué culpar a los judíos".


Sir Charles Warren, el jefe de policía del momento, hizo borrar la inscripción para no ocasionar tumultos contra los judíos. Otro detalle de impericia policial, o de hacer prevalecer criterios políticos sobre los estrictamente técnicos.


También de la misma fecha, 30 de septiembre, es la segunda carta de Jack el destripador a la policía:


"Mi querido jefe: ...Gracias por haber retenido mi carta anterior hasta este momento, en que de nuevo me he echado a la calle para trabajar."


Estas cartas conmovían aún más a la opinión pública y fueron muy importantes para crear el clima de agitación social y de acusaciones a la policía de impericia, falta de profesionalidad e incluso ocultación de pruebas que inculpaban a personalidades importantes del establishment. El caso sin perder su carácter criminal empezó a tomar, también, un cariz político.


Recordemos también una tercera carta con un paquete dirigido a George Lusk, que presidía el Comité de Vigilancia de Whitechapel, conteniendo una parte de riñón, con una nota:


"Desde el infierno, señor Lusk, le envío la mitad del riñón que tomé de una mujerzuela, y que conservé para usted después de freír el otro. Estaba muy bueno, de verdad".


Como se ve la provocación que había montado Jack el Destripador hacía sospechar que alguien suficientemente inteligente estaba detrás de estos absurdos asesinatos. No eran crímenes cometidos por un alcohólico cliente de esas damas de la noche.


Hay otra posible carta que circulaba en los diarios y que contenía la siguiente cuarteta:

"No tengo tiempo aún para deciros/

cómo me he convertido en un asesino/

Pero ya sabréis cuando llegue el momento/

que soy uno de los pilares de la sociedad."

Jack el Destripador tenía vocación literaria... o quizá algo más.


El quinto y último crimen, conocido y adjudicado a Jack, es el más sangriento y espeluznante de todos los cometidos hasta ese momento.


El 9 de noviembre de 1888 Jack el Destripador se despide con el descuartizamiento de Marie Kelly, también prostituta y alcohólica. Fue muerta en su habitación que alquilaba en la calle Miller's Court nº 13 de Whitchapel. La mujer fue encontrada tendida de espaldas sobre su lecho, desnuda, con las orejas, la nariz y los senos arrancados. Su vientre abierto y las vísceras repartidas por diferentes partes de la estancia. En una mesa cercana el cruel asesino dejó expuestos los riñones. Faltaba la parte inferior del tronco y el útero. El corazón tampoco fue hallado. Toda la habitación estaba cubierta de sangre; las paredes manchadas.


Feldman, analizando las fotos de la época observó claramente escrito en una pared las iniciales "FM", que no dieron ninguna pista clara para la investigación posterior. Sin embargo, anota, estas letras encajaban perfectamente con las iniciales de la "puta madre", como Maybrick escribía en su supuesto diario, Florence Maybrick.


A raíz de este violento crimen Sir Charles Warren presentó su dimisión a la Cámara de los Comunes el 12 de noviembre de 1888, entro los vítores de una oposición algo menos violenta pero no menos cruel que el sádico asesino de Withchapel.


Fue el último crimen que conmovió a la opinión pública, pero si el Diario no es apócrifo hubo por lo menos otro más, aunque los detalles no están dados y probablemente, de haber existido, se dieron fuera de Londres.


En la época existieron muchas sospechas aunque ninguna fue demostrada. La más peligrosa (para el sistema social) fue la de que Jack no era otro que Edward, el duque de Clarence, hijo del rey Eduardo VII, que murió, a los 28 años, justamente luego de esta serie de asesinatos. Según parece, el joven duque gustaba de la cacería del ciervo, con todo su sanguinario ritual, vestía elegantemente y frecuentaba lupanares. O sea que, en principio, no parecía imposible su otra identidad. La causa oficial de muerte fue: "neumonía". Existen sospechas que murió por otra causa (sífilis en su ultimo estadio) en una clínica privada cerca de Ascott.


También se pensó que estaban mezclados los judíos y los masones. En realidad se sospecho de casi todo. Y los diarios atizaron la hoguera convirtiendo unas sórdidas muertes en un caso de terror colectivo que implicaba a la principal ciudad del imperio mundial más importante y extenso.


Ya con estos elementos, y sin conocer nunca quien fue el causante, la leyenda tiene asegurada una larga vida. Nunca se sospechó de Maybrick, excepto sus más íntimos allegados (como su hermano Michael) según comenta Feldman. Lo que sí es cierto que de no haber existido confabulación para ocultar hechos "durante" el tiempo de los crímenes, si parece haberla a posteriori. O la justicia británica podía llegar a ser una caricatura de si misma, o existieron intereses poderosos para silenciar definitivamente a Florence Maybrick en una especie de "asesinato" legal.

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